En el pasado han quedado los tiempos en las que las estaciones climáticas eran definidas y esa periodicidad nos hacía estar preparados para los cambios y evitar complicaciones en nuestra salud.

Existen enfermedades asociadas al cambio de clima. Así, cuando inicia la época húmeda o fría aumentan las enfermedades respiratorias.

Durante la época fría, los cilios nasales, cuya función es similar a las pestañas, tienden a perder movilidad. Estos minúsculos vellos, que junto con el moco eliminan el polvo, permiten así más penetración de microorganismos a nuestro cuerpo, lo que aumenta el riesgo de enfermarse.

La gripe o influenza, catarros, amigdalitis, bronquitis, sinusitis, neumonía, laringitis, manchas rojas en la piel, son algunos padecimientos que tienen mayor incidencia durante la temporada fría.

Algunas medidas preventivas



  • Evita abrigarte demasiado en lugares con calefacción.

  • No te expongas durante periodos prolongados al frío.

  • Abrígate bien cuando salgas a la intemperie.

  • Evita el consumo de alimentos fríos.

  • Vacúnate con anticipación contra la influenza.

  • Cuidar tu higiene personal

  • Lleva una dieta balanceada rica en vitaminas y minerales.

  • Evitar los lugares con mucha vegetación, humo o polvo.


Siguiendo algunas medidas preventivas sencillas se logra disminuir los riesgos de contraer estas enfermedades asociadas a los cambios de estación.

Las consecuencias más directas


El aumento de la temperatura durante el verano favorece la reproducción de algunas bacterias, lo cual propicia el desarrollo de otro tipo de enfermedades como el cólera, la hepatitis A y la fiebre tifoidea, entre otras.

En época seca es frecuente el aparecimiento de alergias, rinitis, asma, varicela, conjuntivitis, fiebre del heno, afecciones de la piel, provocadas por el polvo, la resequedad, el polen de las flores y otro tipo de contaminantes.

¿Y la opción natural?


En el mercado hay productos naturales que ayudan a prevenir o tratar las enfermedades del sistema respiratorio, como la miel de abejas, el bálsamo, eucalipto, los propóleos y otras sustancias naturales que mejoran el sistema inmunológico y contribuyen a la expectoración.

 

Fuente: Revista VidaSana